Cultura andaluza: la belleza del flamenco

• por Elena Sanz

No hay forma de hablar de Andalucía sin pensar automáticamente en el flamenco. Sin duda, es uno de los mayores atractivos turísticos de esta tierra. Esta expresión cultural llena de vida y de emoción ha traspasado fronteras, llegando a muchos rincones del planeta. Pero, ¿conoces el origen y los componentes de este bello y apreciado género musical?

Generalmente, pensamos en el flamenco como parte del folclore andaluz. Pero más allá de esto, existe una extensa historia y toda una disciplina artística que muchos desconocen y otros tantos veneran. Por ello, vamos a profundizar en los secretos de este maravilloso arte.

El origen del flamenco

En el año 2010, el flamenco fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, a iniciativa de tres de las Comunidades Autónomas españolas con más calado histórico al respecto: Extremadura, Murcia y Andalucía. Pero, ¿de dónde proviene realmente el flamenco?

Tal y como hoy lo conocemos, este género musical tiene su origen en las regiones de la Baja Andalucía, especialmente en Sevilla, Jerez de la Frontera y Granada. Es en estos lugares donde, a través de dinastías, familias y peñas flamencas, se han transmitido y preservado los elementos característicos de esta expresión cultural.

No obstante, el flamenco es el resultado de la multiculturalidad, de las influencias conjuntas de los distintos pueblos que habitaron Andalucía en el pasado. Dentro del mestizaje de culturas que participaron en el nacimiento del flamenco destacan las siguientes:

  • Los cantos populares y la música tradicional de Andalucía
  • Los cantos gregorianos de las sinagogas y la música sefardí
  • Ritmos y danzas africanas
  • Sonidos árabes
  • Bailes y movimientos de la India que el pueblo gitano trajo a la península ibérica

Como resultado de esta inigualable fusión obtenemos un arte pícaro, freso y elegante, lleno de garra, temperamento y sensualidad. Una vía indiscutiblemente bella para la expresión de sentimientos y vivencias emocionales.

Los componentes del flamenco

En sus inicios, el flamenco constituía únicamente un estilo de cante. Con el paso del tiempo, fueron surgiendo una variedad de elementos a su alrededor que componen la completa expresión artística que hoy conocemos.

El cante flamenco hace referencia a la música vocal que suele presentarse en dúo: un cantaor y una persona que lo acompaña a la guitarra. También es común encontrar los denominados cuadros flamencos, donde un grupo de artistas cantan y tocan. El cante jondo es el más característico, reconocible por el profundo sentimiento que lo impregna.

El baile flamenco es uno de los elementos más impactantes y llamativos. La técnica es compleja y los movimientos varían en función de la interpretación personal de cada artista. Los hombres imprimen gran fuerza a su baile, recurriendo especialmente a las técnicas del zapateado. Por su parte, las mujeres aportan un toque de sensualidad, luciendo además el vistoso traje de flamenca.

El toque es el acompañamiento musical del cante y el baile. La guitarra es la más conocida y la que más ha evolucionado con el tiempo, pero también se emplean otros instrumentos como las castañuelas o el cajón flamenco, así como las palmas y los tacones.

Los palos flamencos

Dentro del flamenco, existen distintos palos (estilos de cante) con su propio ritmo, compás y características. Existen más de 50 estilos diferentes, entre los que destacan el fandango, las bulerías o las seguiriyas por su gran popularidad.

Hay que tener en cuenta que todos ellos cuentan con una parte fija y una variable. La primera es la que permite que todo el grupo actúe al compás, mientras que la segunda da espacio al artista para improvisar en su interpretación.

Más allá de Andalucía

Viajar a la hermosa comunidad de Andalucía es la ocasión ideal para disfrutar en directo de un espectáculo de flamenco, para vibrar con la magia y la fuerza que de este se desprende. Sin embargo, el duende flamenco ha traspasado las fronteras españolas y conquistado al mundo entero.

Su presencia en Hispanoamérica es tal que en países como Costa Rica, Chile, Guatemala, México o Venezuela existen varias agrupaciones y academias de flamenco. Lo mismo sucede en Japón, donde su popularidad es vertiginosa.

En definitiva, la gracia, la fuerza y la emoción del folclore andaluz han cautivado los corazones de miles de personas de distintas nacionalidades que ahora contribuyen a promover y preservar el arte flamenco.